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El agua como palanca de la Agenda 2030: de la inercia al acelerador

22 setiembre 2025
El agua como palanca de la Agenda 2030: de la inercia al acelerador

Balance de una década de compromiso global

A más de diez años de la aprobación de la Agenda 2030, el mundo se encuentra en un momento crítico para evaluar los avances hacia el desarrollo sostenible. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por 193 países miembros de las Naciones Unidas como una agenda conjunta que comprende 169 metas y 231 indicadores, representaron en su momento una promesa colectiva de transformación global.

El reciente Informe de Desarrollo Sostenible (Sachs et al., 2025) que analiza 126 indicadores en 167 países, ofrece una perspectiva reveladora: prácticamente la totalidad de los países firmantes (190 de 193) han materializado su compromiso a través del desarrollo de planes nacionales y políticas públicas específicas. Este dato evidencia la voluntad política inicial y la traducción institucional de los compromisos asumidos.

Panorama global: avances diferenciados

Los avances registrados muestran un patrón geográfico distintivo que refleja tanto las condiciones iniciales como las capacidades de transformación de diferentes regiones. Las naciones que partieron de un punto más rezagado han demostrado los mayores progresos relativos: las regiones del este y sudeste asiático, los países BRICS y las naciones de bajos ingresos (excepto países insulares y del norte de África y Medio Oriente) han registrado avances importantes, impulsados principalmente por su desempeño económico. Sin embargo, los países europeos, particularmente los nórdicos como Finlandia, Suecia y Dinamarca mantienen el liderazgo global gracias a sus condiciones socioeconómicas iniciales más favorables. 

Entre los avances destacables se encuentran el ODS 9 (a través del incremento en cobertura de telefonía celular e internet), el ODS 7 (mejoras en el acceso a electricidad) y el ODS 3 (reducción de la mortalidad infantil y neonatal). Sin embargo, estos progresos parciales contrastan con el estancamiento generalizado en otros objetivos.

Nota. Tomado de Financiación del desarrollo sostenible hasta 2030 y a mediados de siglo: Informe sobre el Desarrollo Sostenible 2025 (p. 11), por J. D. Sachs, G. Lafortune, G. Fuller y G. Iablonovski, 2025. 

América Latina y el Caribe: un avance insuficiente

La región latinoamericana presenta un panorama preocupante. Según el CODS (2023) evaluando 139 indicadores, la región muestra un cumplimiento promedio de apenas el 60% de los ODS, con una marcada variabilidad entre países donde destacan Brasil, Uruguay y Costa Rica como casos positivos. Un reciente análisis (Sachs et al., 2025) revela que la región únicamente está en buen camino respecto al ODS 7 (Energía asequible y no contaminante), mientras que cinco objetivos muestran progreso lento y ocho se encuentran estancados. 

Nota. Tomado de Financiación del desarrollo sostenible hasta 2030 y a mediados de siglo: Informe sobre el Desarrollo Sostenible 2025 (p. 21), por J. D. Sachs, G. Lafortune, G. Fuller y G. Iablonovski, 2025. 

Esta situación se agrava cuando observamos las perspectivas hacia 2030: ninguno de los 17 objetivos está en trayectoria de ser cumplido completamente.

Esta realidad puede explicarse por una serie de shocks consecutivos que han impactado profundamente a la región: la pandemia de COVID-19, diversos conflictos militares y las crecientes tensiones comerciales que afectan el desarrollo económico y la cooperación. Estos factores han estancado o reducido significativamente los avances en áreas críticas como la pobreza (ODS 1), la alimentación (ODS 2), la salud (ODS 3) y la educación (ODS 4), profundizando las desigualdades estructurales (ODS 10).

El caso peruano: luces y sombras

Perú presenta un caso paradójico dentro del contexto regional. En el ranking global de 167 países, ocupa el puesto 65 (Sachs et al., 2025) lo que representa un progreso sustantivo comparado con sus contrapartes latinoamericanas.  En el análisis específico regional de 20 países (CODS, 2023), Perú se ubica en el sexto lugar, posicionándose en el primer tercio.

No obstante, esta posición relativa no debe ocultar los desafíos estructurales. El análisis más reciente muestra que ninguno de los objetivos logra un desempeño adecuado para su cumplimiento al 2030: 12 presentan desempeño moderado y cinco se encuentran estancados.

Nota. Tomado de Financiación del desarrollo sostenible hasta 2030 y a mediados de siglo: Informe sobre el Desarrollo Sostenible 2025 (p. 336), por J. D. Sachs, G. Lafortune, G. Fuller y G. Iablonovski, 2025. 

La centralidad del agua: un enfoque necesario

Ante este panorama desafiante, surge una pregunta fundamental: si no es posible alcanzar todos los objetivos al 2030, ¿cuáles deberían priorizarse? 

Una editorial de la revista (Nature 2020) publicada durante la pandemia, ya planteaba la necesidad de repensar el cumplimiento total de la agenda y consideraba la posibilidad de agrupar y priorizar objetivos.

Sin pretender jerarquizar la importancia de los diferentes ODS, es fundamental reconocer las interconexiones estratégicas entre ellos. En este contexto, el agua emerge como un elemento articulador de múltiples dimensiones del desarrollo sostenible.

El ODS 6 (Agua limpia y saneamiento) funciona como catalizador de otros objetivos fundamentales:

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Los desafíos persistentes del agua

A pesar de esta centralidad estratégica, los avances en el ODS 6 son preocupantemente lentos. Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos (UNESCO, 2025) ninguna de las metas específicas del agua está cerca de alcanzarse, registrándose incluso retrocesos en algunas áreas.

 

Nota. Tomado de Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo 2025 – Montañas y glaciares: Torres de agua (p. 12), por Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. https://doi.org/10.54679/LHPJ5153

Esta paradoja refleja la complejidad inherente de los desafíos hídricos, que requieren intervenciones multisectoriales, multinivel y multiescala. La gestión del agua no puede abordarse únicamente desde una perspectiva sectorial, sino que demanda enfoques integrados que consideren las dimensiones social, económica, ambiental e institucional del desarrollo.

El papel de los fondos de agua

El cumplimiento de la Agenda 2030, y particularmente del ODS 6, no puede depender exclusivamente de un solo actor. Requiere la articulación efectiva de esfuerzos entre el sector público, el sector privado, la academia y la sociedad civil, operando simultáneamente a nivel nacional, regional, local y comunitario, y considerando todas las escalas territoriales relevantes (cuenca, subcuenca, microcuenca).

En este contexto surge la importancia de mecanismos innovadores de gobernanza como los fondos de agua. Estos instrumentos están diseñados específicamente para facilitar la articulación multiactoral frente a desafíos comunes, buscando soluciones integrales que combinen la perspectiva local con la acción global, operando a múltiples escalas territoriales.

Los fondos de agua representan una respuesta institucional a la necesidad de coordinar esfuerzos diversos bajo un mandato claro: asegurar la disponibilidad, calidad y oportunidad del agua para todos. Su expertise, motivación y capacidad de decisión los posicionan como actores clave para enfrentar los enormes desafíos que plantea el cumplimiento del ODS 6 y, por extensión, de toda la Agenda 2030.

Reflexiones finales: la urgencia de actuar

Con menos de cinco años para alcanzar las metas establecidas, el mundo enfrenta una encrucijada crítica. Los datos presentados evidencian que el modelo actual de implementación de los ODS ha sido insuficiente para generar las transformaciones requeridas, particularmente en regiones como América Latina.

El caso peruano, aunque muestra avances relativos positivos en el contexto regional, ilustra también las limitaciones estructurales que enfrentan los países de ingresos medios para acelerar significativamente su progreso hacia el desarrollo sostenible.

En este escenario, la priorización estratégica del agua como eje articulador no implica el abandono de otros objetivos, sino el reconocimiento de su potencial catalizador para generar efectos multiplicadores en múltiples dimensiones del desarrollo. Los fondos de agua, como mecanismos de gobernanza innovadores, ofrecen una vía prometedora para materializar esta visión integrada

El desafío que tenemos por delante requiere audacia institucional, recursos y, sobre todo, un compromiso renovado con la cooperación multiactor. Solo así será posible transformar la actual trayectoria de implementación de la agenda 2030 y acercarnos, aunque sea parcialmente, a las aspiraciones globales de desarrollo sostenible que nos planteamos hace una década.

#JuntosPorElAgua