El Perú es muy rico en recursos hídricos, destacando como una de las naciones con mayor disponibilidad de agua en el mundo, pese a ello, está distribuida de manera inequitativa. Dicha situación se refleja en Lima, donde los principales ríos que proveen a toda la ciudad, el Chillón, Rímac y Lurín, forman parte de las cuencas hidrográficas pertenecientes a la única vertiente grande del país con problemas de disponibilidad, la del Pacífico.
La vertiente del Pacífico es considerada la más importante del Perú para la provisión de agua al sector doméstico (69% de uso), agrícola (22% de uso) e industrial (8% de uso), de acuerdo al Ministerio del Ambiente. Está conformada por las cuencas hidrográficas del Chillón, Rímac y Lurín, las cuales son conocidas grupalmente como CHIRILU. Se debe precisar que las cuencas son territorios donde el agua de lluvia, nieve o granizo escurren hacia las partes bajas, desembocando en cuerpos de agua como ríos, lagos o el mar.
La situación crítica por la que atraviesa la vertiente del Pacífico pondría en riesgo la vida cotidiana de millones de personas y la economía del país, siendo que la capital concentra al tercio de la población total del territorio nacional.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), el 69% del agua superficial de Lima es generada por el sistema del río Rímac, el 20% por el río Chillón y el 11% por el río Lurín. Y aunque este último aporta menos agua, se considera el “pulmón verde” de la capital, pues es fundamental para el suministro de alimentos a la ciudad y el buen funcionamiento del sistema hidrológico de la región, ya que apoya sustancialmente a la recarga de acuíferos.
Por su parte, el río Rímac abastece el 80% de agua de la ciudad, por lo que es considerado como la fuente hídrica más importante de Lima. Además, las actividades agrícolas e industriales más significativas del país dependen de sus aguas.
En cuanto a la cuenca del río Chillón, es la segunda que provee de más agua a la capital, y sus acuíferos, junto con los del Rímac, cubren el 88% de la demanda de agua subterránea.
El agua de CHIRILU también se usa con fines energéticos, sirviendo como principal fuente de cinco de las centrales hidroeléctricas más importantes del país.
Pese a la importancia de estos ríos y sus respectivas cuencas, durante las últimas décadas han sufrido una significativa disminución de la calidad y volumen de sus aguas. En las partes altas y medias de las cuencas, la actividad agrícola mal gestionada causa severos impactos en los ecosistemas naturales por la tala de bosques, sobrepastoreo y quema de pastizales. Ello genera daños en los ecosistemas esenciales para la regulación hídrica, como los humedales alto andinos y pastizales naturales. Dicha degradación ocasiona un aumento de sequías, inundaciones y huaycos, entre otros.
Asimismo, los problemas con la cantidad de agua se agravan por la contaminación que afecta su calidad, y se convierte en un riesgo para la salud humana y para la flora y fauna acuática. La polución es causada por varios factores como la minería informal, la descarga de aguas servidas domésticas e industriales, y los residuos sólidos sin una adecuada gestión.
El río Rímac por ejemplo, recibe desde su naciente hasta su desembocadura en el mar, 450 descargas de residuos entre mineros, industriales y cloacales, y se han detectado altos niveles de metales en su cuenca alta, principalmente arsénico, manganeso, hierro y plomo.
Todos estos problemas concluyen en que la cantidad de recursos hídricos disponibles en CHIRILU no son suficientes para cubrir la demanda de Callao y Lima. Ya en el 2016, estos recursos estaban muy por debajo de la tasa de escasez de agua establecida por las Naciones Unidas (ONU), pero la situación podría empeorar, considerando el crecimiento poblacional sustancial que se espera de la ciudad en las próximas décadas, la que podría alcanzar 12 millones de habitantes para el 2030, según cifras de la ONU.
En Aquafondo, tenemos claro lo necesario que es la coordinación entre todos los actores para abordar colectivamente los problemas de escasez y contaminación de agua que nos afectan. Por ello, trabajamos en acciones y proyectos para la recuperación de nuestras fuentes de agua, coordinando esfuerzos con instituciones públicas, empresas y organizaciones nacionales e internacionales, las comunidades campesinas cercanas a las cuencas y la sociedad civil.
Algunos de los proyectos que ejecutamos de la mano de nuestros socios y aliados, están vinculados a la promoción de sistemas de riego tecnificado, siembra y cosecha de agua, la reforestación, educación ambiental y creación de plataformas participativas para la gestión del agua.