A puertas de la conmemoración del Día Mundial del Agua, nos sumergimos en la profunda conexión entre este líquido vital y la paz que anhelamos. El agua, más que un recurso, es sin duda un potente catalizador para la armonía social y la prosperidad global. Una gestión y distribución adecuadas no solo nos liberarían de enfermedades, hambre y pobreza, sino que también serían el núcleo de la estabilidad y seguridad que tanto anhelamos.
En el Perú, para este año, el presupuesto destinado al sector agua y saneamiento es del -3.0% del presupuesto total. Si consideráramos que sin agua no puede haber salud, ni buena alimentación, ni mejor educación, ni contribuimos a la brecha de género, ni desarrollo y mucho menos sostenibilidad, la mirada sería diferente.
Es imperativo impulsar una Gestión Integrada de los Recursos Hídricos, aprovechar armoniosamente el agua, la tierra y otros recursos naturales con la finalidad de maximizar el bienestar social y económico de manera equitativa y sin sacrificar la esencia misma de nuestros ecosistemas.
El agua es, nuestra fuente de vida cotidiana para beber, lavar, cocinar, para el cuidado personal, así como para producir, en el campo como en las fábricas, por lo tanto, su cuidado exige responsabilidad individual y colectiva, exige trabajo cooperativo y solidario.
Debemos lograr que el servicio de agua sea justo y eficiente, por eso, la asignación de recursos al sector del agua debe trascender la expansión de redes, se trata de invertir en el cuidado de fuentes de agua, en la restauración de los ecosistemas dañados y en desarrollar programas para generar conciencia sobre la crisis de agua que amenaza al mundo. En el Perú, varias ciudades ya enfrentan esta crisis y en Lima, una ciudad donde habitan 11 de los 33 millones del país, la falta de agua es una realidad que podría intensificarse.
Debemos otorgar a este elemento de paz la inversión y atención que merece. La generación de conciencia y acciones no puede limitarse al discurso; requerimos inversiones sustanciales en tecnologías avanzadas, la promoción de la economía circular y la movilización de recursos masivos para el resguardo de nuestras fuentes acuíferas.
Asignarle la responsabilidad de generar paz al agua es más que simbolismo; es un compromiso real que exige recursos suficientes para cuidar, sembrar y mantener este tesoro líquido. En este Día Mundial del Agua, avancemos hacia un futuro donde cada gota cuente, donde el fluir de nuestras aguas sea sinónimo de paz, sostenibilidad y esperanza para las generaciones venideras.
#JuntosPorElAgua