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Prácticas agroecológicas: una medida para reducir la vulnerabilidad climática en las comunidades

28 mayo 2025
Prácticas agroecológicas: una medida para reducir la vulnerabilidad climática en las comunidades

¿Y si mañana ya no hubiera agua ni papa en tu mesa?

La pregunta puede parecer extrema, pero cada vez es más real. ¿Qué pasaría si un día abrimos el grifo y no sale agua? ¿Y si, en las alturas andinas, las lluvias dejan de llegar a tiempo y los cultivos no crecen?

Esta no es una ficción. En regiones como el valle de Santa Eulalia, en Huarochirí, el cambio climático ya está modificando los ciclos del agua. Las lluvias son cada vez más impredecibles: llegan tarde, no llegan o caen con demasiada intensidad, erosionando suelos y arrasando cultivos. Como consecuencia, las comunidades rurales enfrentan incertidumbre permanente. Sembrar se ha vuelto un acto de fe, y cosechar, un riesgo.

Lo que ocurre en la montaña también impacta en la ciudad. Si el agua no llega al campo, tampoco llegará a nuestras casas. Y cuando eso ocurre, la escasez no solo golpea a los agricultores: también empieza a vaciar nuestra mesa.

El cambio climático y su impacto en la agricultura

En todo el país, los efectos del cambio climático ya se sienten. Las lluvias se han vuelto erráticas. Algunas veces se retrasan, otras no llegan, y cuando lo hacen, pueden ser destructivas. Esta variabilidad climática hace que la agricultura —una actividad que depende directamente del agua— sea cada vez más vulnerable.

Incluso los agricultores con acceso a sistemas de riego enfrentan problemas. Deben esperar más tiempo para recibir agua, lo que reduce su productividad y pone en riesgo sus medios de vida. Esta realidad no es un caso aislado. Según el estudio Escenarios Climáticos en el Perú al 2030, elaborado por SENAMHI, GEF, PNUD y el Ministerio del Ambiente, los eventos extremos como sequías prolongadas o lluvias intensas serán cada vez más frecuentes y severos.

 

¿Qué es la agroecología y por qué debemos aplicarla?

Frente a este contexto de crisis climática y degradación de recursos naturales, la agroecología emerge como una respuesta sostenible e integral. No se trata solo de una forma diferente de producir alimentos, sino de un modelo de desarrollo que promueve la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades rurales.

La agroecología se basa en el manejo armónico del agroecosistema, integrando prácticas agrícolas con la conservación del entorno. Recupera conocimientos ancestrales y promueve el uso responsable de los recursos naturales, especialmente del agua y del suelo. Uno de sus pilares fundamentales es la agrobiodiversidad: el uso y conservación de especies nativas adaptadas a condiciones locales.

La papa, símbolo de nuestra biodiversidad alimentaria, es un ejemplo clave. Existen cientos de variedades nativas que resisten sequías, heladas o plagas. Estas pueden marcar la diferencia entre una buena cosecha y una pérdida total. La agroecología también promueve técnicas para conservar y aprovechar mejor el agua —como el riego por gravedad, el uso de cobertura vegetal y la cosecha de agua— esenciales en un contexto de escasez.

Avances y desafíos en su adopción

Pese a sus beneficios, la agroecología aún enfrenta importantes retos. Muchos agricultores no cuentan con acceso a información técnica, financiamiento o mercados que valoren sus productos. Además, implementar prácticas sostenibles en el manejo del agua, el suelo y los cultivos requiere acompañamiento técnico constante.

Aun así, ya hay avances. Según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2015, el 83,7 % de los pequeños y medianos productores en el Perú aplica al menos una buena práctica agrícola. De estos:

  • El 90 % ara o voltea la tierra.
  • El 66 % mezcla el suelo con materia orgánica.
  • El 30 % hace surcos siguiendo la pendiente.
  • Pero solo el 2,5 % realiza análisis técnicos del suelo.

Estos datos revelan una alta disposición, pero también la necesidad urgente de mayor asistencia técnica para lograr una transición agroecológica efectiva.

Por una agricultura resiliente y diversa

En el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica y del Día Internacional de la Papa, es clave recordar la importancia de proteger nuestros recursos genéticos, las prácticas ancestrales y los saberes campesinos. La agroecología representa una vía concreta hacia la resiliencia climática y la justicia ambiental.

En el valle de Santa Eulalia —donde la tierra, el agua y la semilla son bienes comunes— adoptar un enfoque agroecológico es también defender la vida y la cultura rural. Cuidar el agua, proteger su origen y fomentar su uso eficiente son pasos fundamentales para garantizar que la agricultura pueda seguir alimentando a las familias del campo y de la ciudad.

Desde Aquafondo, apostamos por una agricultura que cuide el agua, respete la tierra y valore el conocimiento de quienes la cultivan. Impulsamos prácticas agroecológicas porque creemos en una transformación posible: una que fortalece comunidades, protege nuestras fuentes de vida y siembra esperanza en cada surco. Frente al cambio climático, sembrar resiliencia es también sembrar futuro.

#SúmateTúTambién a esta apuesta por una agricultura más justa, diversa y sostenible. #JuntosPorElAgua.